Torre Reforma
La gran mayoría de las grandes capitales alrededor del mundo han visto
crecer a lo largo de su horizonte alto edificios que rivalizan entre sí con diseños
arquitectónicos sorprendentes e innovadores. Si estamos acostumbrados a
descubrir con asombro los rascacielos de algunas ciudades orientales como
Taiwán, Shanghái o Dubái, poco se comunica sobre lo que pasa en algunas
capitales latinoamericanas.
Tal es el caso hoy con uno de los últimos rascacielos en la Ciudad de
México cuyo nombre es simplemente Torre Reforma, retomando el nombre de la
avenida en la que se encuentra Paseo de la Reforma. Es una zona que ha conocido
una expansión inmobiliaria impresionante en los últimos diez años con la
construcción de edificios sorprendentes que le han dado un nuevo respiro a esta
parte de la ciudad. Torre Reforma es un proyecto fuera de lo común por varios
aspectos.
Para empezar, el terreno de apenas 2800 metros recibe un edificio de 57
niveles de alto con una altura de 246 metros y 80,000 metros cuadrados
construido.
Otra sorprendente particularidad de la Torre Reforma es la presencia de
una casona de principios del siglo XX que tuve que ser conservada y fue
integrada al vestíbulo del edificio. Para realizar los subterráneos se tuvo que
desplazar la casa de varios metros para luego ser colocada nuevamente en su ligar
de origen. Un reto técnico que le ha añadido más valor a este proyecto.
Este edificio es la obra del arquitecto mexicano Benjamín Romano del
despacho LBR+A. Tiene una forma triangular con dos paredes de concreto de 246
metros de alto con una tercera vítrea. Esta forma triangular no solo de da una
estética interesante, sino que le aporta mayor resistencia (es una urbe sísmica).
Toda la construcción gira alrededor de 14 núcleos de cuatro pisos cada uno lo
que añade resistencia en caso de temblores.
Como muchas de estas construcciones urbanas, la Torre Reforma cuenta con
una multitud de servicios como oficinas, centros deportivos, restaurantes,
bares, salas de juntas y un auditorio. Además de terrazas que permiten
disfrutar de una espectacular vista a la zona oeste y sur de la capital
mexicana. Cada terraza abierta cuenta con una pared de vidrio que deja una
vista libre hacia el exterior al puro estilo de un skyview. Retomando el mismo
espíritu, algunas fachadas están inclinadas permitiendo una vista inmejorable a
través de los ventanales de grandes dimensiones.
La fachada de vidrio, que es la de la fachada principal del edificio
está inclinada para permitir una mejor visibilidad. Sin la presencia de
columnas, nada se interpone entre el visitante y la vista hacia la urbe de lo
rodea. En contraste, los dos otros lados de concreto son totalmente sólidos y
cuentan solamente con pequeñas aperturas que tienen un propósito visual y
técnico. Son el contrapeso y recuerdan un libro abierto que sostiene todo el
conjunto.
Desde el punto de vista tecnológico, la Torre Reforma es considerada una
construcción sostenible e inteligente. Su diseño permite que un 90% de la luz
que ilumina el interior sea natural. Esto tiene, por supuesto, un impacto
considerable en cuanto a consumo energético. Los muros de concretas laterales y
una doble fachada de vidrio hacen que los espacios sean realmente habitables en
un ambiente y temperatura optimizados. Finalmente, todas las aguas de lluvia y
aguas negras son recicladas y tratadas en una planta de tratamiento de agua
para ser reutilizada en los circuitos de baños y aire acondicionado.
En conclusión, la Torre Reforma se ha convertido en todo un ícono del
urbanismo moderno en la Ciudad de México con una particularidad que lo hace único,
el haber conservado e integrado a su estructura una casona del siglo XIX.
Además, es una muestra interesante de hacia dónde van este tipo de
edificaciones multifacéticas en las que viviremos cada vez más en un futuro no
tan lejano.
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