Vestir la mesa con manteles
Un mantel, por más humilde que sea, siempre viste, invita a
degustar un plato y manifiesta buenas maneras por parte del anfitrión. En este decálogo les mostramos cómo un mantel puede tener mil posibilidades
decorativas y nunca sobra. Es cuestión de cortesía.
MANTEL
DE CUADROS
Es
un fondo de armario, un "must have", como dicen en moda. Un mantel de cuadros siempre te sacará de un apuro. En su sencillez está su
hermosura. Y si es rojo, además, aportará ese punto de viveza y color, que hace que hace
vibrar cualquier decoración. Otra ventaja es que sobre él puedes poner una
batería de platos
descabalados que,
lejos de estropear el estilismo, resultará sencillamente encantador.
MANTELES
SOBREPUESTOS
En
el otro extremo de las escenas posibles, tenemos una mesa de gala o para una gran ocasión. Los manteles sobrepuestos crean un gran efecto visual, porque es como vestir la mesa con
maxifaldas y dobles velos. La estrategia es sencilla: poner como base un mantel más oscuro y con un estampado sutil, que llegue hasta el suelo, y encima,
un mantel de hilo u organdí blanco, para que
la vajilla y el atrezo resalte sobre el lienzo blanco.
COLOCADOS
AL BIES
Un
mismo mantel te puede ofrecer su imagen más seria o más desenfadada según cómo lo
coloques. Para mesas más informales, en
especial campestres o de exterior, una forma de romper con la rutina del mantel tradicional es
colocarlo al bies o en
diagonal, de forma
que queden los picos a la vista. Así, se rompe con la estructura formal de la
mesa rectangular o cuadrada, que puedes completar con un estilismo creativo.
HASTA
EL SUELO
Al
igual que las cortinas con caídas que arrastran hasta el suelo, los manteles también se prestan a esta tendencia, aunque a veces sea
renunciado a la comodidad en pos de la sofisticación. Pero,
ojo, no todos los tejidos son
aptos para esta
modalidad: el lino
almidonado no
siempre da buenos resultados pues tiende a arrugarse. Deben ser tejidos con cuerpo, pero vaporosos, que se "amuñonen" con naturalidad y
que no pesen demasiado, pues resultará incómodo tanto peso sobre las piernas
de los comensales.
MEZCLAR
ESTAMPADOS
En
el decálogo ortodoxo del buen vestir nunca se recomienda mezclar estampados si no sabes cómo hacerlo. Vete a lo seguro con combinaciones country: flores y lunares sobre fondos cromáticos compatibles (rosa/azul, rosa/verde
césped, rojo/azul/blanco), da excelentes resultados.
MANTELES
Y CAMINOS DE MESA
Si
tienes un mantel
manchado en el
centro, cúbrelo con un camino de mesa; si el mantel es soso y quieres darle vida, acude a un camino de mesa... Desde luego
son un comodín de primer orden, para adornar el mantel si hace falta.
COMBINADOS
CON LOS COJINES
Es
cierto: ya está un poco pasado de moda que los manteles de la
cocina vayan a juego. Pero hay que pensar que las modas a veces son muy
injustas y que hay cosas que nunca deberíamos desterrar.
MANTELES
CALADOS
Ahora
bien, si lo que quieres es presumir de mesa de
comedor, de su
madera y sus líneas, sin tener que poner individuales que afeen la decoración,
puedes optar por manteles
calados o de
ganchillo, que dejen entrever la maravillosa veta de la madera o las líneas
nórdicas de tu mesa. Los manteles nunca te arruinarán tu estilismo.
MANTELES
TEÑIDOS
Nos
ha pasado alguna vez tener que deshacernos de ese maravilloso mantel blanco, en estado perfecto, pero con una mancha insalvable. La solución: pasar por el tinte. Si eres manitas, puedes probar con alguna técnica de teñido con
nudos, tipo batik. Y tendrás
un mantel nuevo. Y ya lo sabes, los manteles son la base de una buena mesa. Después, ya viene todo lo demás.
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